Si se realiza un poco de historia, se encuentra que su origen es sánscrito (Antigua India) traduciéndose como ‘círculo de la vida’ o ‘círculo mágico’ o `círculo sagrado` y tiene diversas representaciones en aspectos como la religión, la espiritualidad o la energía, por ejemplo, la filosofía Budista tiene como objetivo el desarrollo personal. En este sentido, gracias al psicólogo suizo C.G Jung se dio a conocer a mediados del siglo pasado en el occidente.

Según Carl G. Jung, «un mándala es la expresión psicológica de la totalidad del yo», esto es, la representación de esas partes de la persona que conforman su identidad y que mediante estas figuras se dan a expresar de forma inconsciente. Abarcando un poco más sobre las definiciones de esta figura, se encuentra que son sinónimos de calma y equilibrio emocional que al ser manifestaciones artísticas otorgan la oportunidad de poder canalizar emociones y descubrir las necesidades. Por tanto, las mándalas permiten conectar y encontrarse consigo mismo favoreciendo el autoconomiento y la transformación de esas partes.

El propósito de mi consulta no es tratar desde la expresión artística de las mándalas, trabajo siempre baja la evidencia científica, pero sí considero que la imagen del mándala es una figura visual que conforma, a mi criterio, el proceso psicológico y, en consecuencia, el cuidado de la salud mental donde cada persona intenta construir y mejorar todas las aristas que integran su identidad, tanto personal como relacional. Además, quiero recalcar que cada mándala es único e irrepetible acorde a la individualidad de las personas.